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Síndrome del perro pequeño


A menudo pienso que los perros más maltratados en las ciudades son los perros pequeños. Sin embargo, rara vez recibo consultas para solucionar comportamientos “inadecuados” por parte de sus tutores. Sencillamente, casi cualquier problema de conducta que un perro de talla pequeña pueda presentar es “fácilmente” manejable por un humano que, como poco, pesa diez veces más que el perro.

Un Caniche Apricot, muy de «moda» en los últimos años. Tuvimos que tratar su ansiedad por separación tras denuncias de los vecinos. El hiperapego y la sobreprotección son algunas de las causas de la ansiedad por separación.

En etología canina existe el llamado Síndrome del Perro Pequeño. Básicamente se trata de un conjunto de trastornos de comportamiento que pueden darse de forma simultánea en un perro de raza pequeña. Estos trastornos van desde el ESTRÉS, LA COMPULSIÓN, REACTIVIDAD, PROTECCIÓN DE RECURSOS, ANSIEDAD PATOLÓGICA, FOBIAS, AGRESIÓN, MALOS HÁBITOS HIGIÉNICOS… ¡Un desastre vaya!

Y ¿por qué sucede esto con los perros pequeños en concreto? En mi opinión las causas son varias y se resumen en la ACTITUD DEL HUMANO RESPECTO AL PERRO. Veámoslas en detalle:

– PERCEPCIÓN del perro. Al ser pequeño, los tutores humanos lo perciben como frágil y vulnerable. Además, ese aspecto tan cuqui hace que parezca un juguete: lo bañan en exceso, lo perfuman, lo visten a su antojo, etc.

Este es uno de los más peques que pasaron por casa hace años. Su humana sólo le daba agua mineral, lo sobreprotegía en exceso y jamás le quitaba el arnés porque la mordía. ¡Un muñeco! Durante su estancia le permitimos comportarse como un perro y jamás mordió. ¡Ah! Y bebió agua del grifo.

– Esta percepción hace que caigamos en la SOBREPROTECCIÓN y la HUMANIZACIÓN: es frágil y vulnerable como un bebé y así lo tratamos. Pero un perro de raza pequeña mantiene ese aspecto toda su vida por lo que tratarlo siempre como un bebé (y encima ni siquiera uno de su propia especie) impide el correcto desarrollo de su peRRonalidad adulta.

– Desatender sus NECESIDADES ESPECÍFICAS al resistirnos a tratarlo como lo que es: un PERRO. Tienen las mismas necesidades que cualquier otro perro de cualquier otro tamaño: ejercicio, estimulación mental, relaciones sociales con perros y humanos, estimulación sensorial, educación, normas, etc.

Bimba y Nico (chihuahuas), Lolo (yorkie) junto con Luca haciendo juegos de olfato en el césped durante uno de nuestros largos paseos en los que TODOS caminábamos con nuestras respectivas patas y piernas.

– Las CONSECUENCIAS de su mal comportamiento son proporcionales a su tamaño por lo que el tutor humano suele tolerarlas. Por ejemplo, es habitual que los perros pequeños hagan sus necesidades en casa, en un empapador. Esto es un signo claro de falta de compromiso en la educación del perro que, además, favorece que no los paseen diariamente negándoles a los pobres la posibilidad de relacionarse con otros seres vivos y otros entornos. Además, el perro no aprende una norma básica de comportamiento (dónde es correcto evacuar), lo que puede parecer insignificante, pero es un patrón que se sigue con muchos otros comportamientos (ladrar compulsivamente, rampar sobre la gente, gruñir a otros perros/personas, etc.) y que convierte a nuestro perro en un INADAPTADO, TORPE SOCIAL y con nulas HABILIDADES DE AFRONTAMIENTO en entornos y situaciones novedosos. Es decir, las consecuencias para el perro pueden ser catastróficas.

– Son MANEJABLES. Cualquier mal comportamiento es fácilmente atajado mediante la FUERZA FÍSICA (auparlo en brazos, subirlo al regazo, alzarlo de la correa, etc.). No solo impedimos el desarrollo de las habilidades ya mencionadas, sino que impedimos al perro que se EMPODERE respecto a su entorno y desarrolle estrategias adaptativas para desenvolverse en él.

– Consecuente a todo lo anterior es que los tutores proporcionan a estos perros una NULA O PRECARIA SOCIALIZACIÓN. No le permiten relacionarse con perros de cualquier tamaño, no le dejan explorar el entorno (atrofian su sentido más desarrollado: el OLFATO), de hecho estos perros suelen vivir siempre en un entorno pobre ya que los suelen llevar siempre a los mismos sitios y es habitual que además se desplacen en brazos o en bolso.

Otro peque que pasó hace años por casa. Se comunicaba genial con perros de cualquier tamaño, pero luego era un solitario. Lo importante es que era ÉL quien decidía con quién relacionarse.

– Por todo lo anterior pocos tutores se implican en la educación y entrenamiento de los perros de raza pequeña, entendiendo que la educación y el entreno supone aprender a comunicarnos eficientemente con el perro, formar un vínculo que implica reconocer la naturaleza del otro y su valor como individuo y proporcionar a nuestro perro la estimulación social, física, emocional y mental que necesita.

En resumen los TUTORES HUMANOS de estos perretes tienden a la COSIFICAR y HUMANIZAR al perro desde su adquisición (suelen ser compras impulsivas aunque también puede darse con perretes mestizos adoptados -aquí la labor de las protectoras en la selección, seguimiento y asesoramiento de los adoptantes puede marcar la diferencia-), a SOBREPROTEGERLO y, por lo general, se informan menos e IGNORAN las necesidades de la especie (esto es grave en cualquier caso, pero con perros de raza pequeña se acentúa en combinación con todo lo demás).

Aquí Dina, mi bichón maltés, que vive con mis padres, quienes, como podéis deducir, no leen mi blog.

Es importante que sigamos divulgando todo lo posible para que las personas cambien su PERCEPCIÓN del perro, sus necesidades y su papel en nuestras vidas. Con los perros de talla pequeña estamos siendo especialmente EGOÍSTAS e INJUSTOS negándoles su propia naturaleza, pero esto es aplicable a cualquier perro de cualquier tamaño y raza. Las consecuencias de nuestra actitud no son cualquier cosa. Un perro con este síndrome puede mostrarse:

– Nervioso y excitable, con ESTRÉS PATOLÓGICO e incapaz de relajarse.

– Torpe socialmente.

– Carente de autocontrol.

– Miedoso a distintas cosas y situaciones que no deberían asustarle.

– Reactivo hacia perros, personas, cosas.

– Agresivo hacia perros y/o personas.

– Sin hábitos higiénicos y otras rutinas necesarias.

– Dependiente; puede llegar a sufrir un trastorno de ANSIEDAD PATOLÓGICA por diversas causas (por separarse de su tutor, por viajar, por ir al veterinario o la peluquería, etc.).

– Con mala forma física, obesos o con musculatura atrofiada, sin control sobre su propio cuerpo, físicamente torpes e inseguros.

– Con enfermedades relacionadas con todo lo anterior: DIABETES, CARDIOPATÍAS, LESIONES OSTEOARTICULARES y MUSCULARES.

– En definitiva, un perro INFELIZ, DESEQUILIBRADO Y CON UNA ESPERANZA DE VIDA MÁS CORTA.

Bimba y Nico, Sancho (que era un cachorro de Pastor Australiano), Hugo (un yayete Cocker) y mi querido Luca jugando u observando, según sus preferencias, en un área canina durante uno de nuestros paseos.

Como veis la RESPONSABILIDAD como tutores de nuestros perros es enorme. Podemos ayudar a nuestros perros a llevar una vida más plena acorde a su naturaleza y seguir disfrutando de su compañía y afecto, pero debemos ser conscientes de que SON PERROS y tienen necesidades que nosotros debemos asegurarnos de cubrir ya que somos quienes hemos decidido responsabilizarnos de sus vidas.

Si acabas de descubrir que no estabas siendo justo con tu perro ¡enhorabuena! Es el primer paso para comenzar una existencia más feliz. Pasea más con tu perro, id a descubrir sitios nuevos, busca un buen profesional, que utilice métodos AMABLES, que os ayude a entenderos, que valore su salud comportamental y que paute actividades adecuadas para vosotros.

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